Con esta clásica frase empiezo otra nueva andadura en el mundo online, abriendo mi propia web para seguir transmitiendo contenidos. Estos tendrán un toque más personal, sin perder ni la información ni la reflexión que puedan aportar.

No han sido pocas las veces que compañeros de equipo, entrenadores o aficionados me han preguntado que siendo psicólogo, cómo era posible que me frustrara tanto cuando juego un partido, que sienta nervios al tirar un tiro libre o que gritara después de fallar 3 tiros seguidos. Sé que no soy la personificación de la calma ni de la paz mientras juego al baloncesto. También sé que tengo que mejorar muchísimas cosas, pero de ahí a tener un total y constante control de mis emociones solo por el hecho de ser psicólogo hay un trecho (y muy largo además). Obviamente, hay personalidades acordes a unos y a otros trabajos y no cualquier desempeño está hecho para cualquier persona, eso es de cajón. Pero estructurar y definir tu personalidad en función de la labor que desempeñas en la sociedad es ir demasiado lejos. Mucha gente lo piensa (y ojalá solo se quedara en eso) y lo expresa con comentarios típicos: ‘tiene que ser un coñazo ser psicólogo y estar todo el rato psicoanalizando a la gente’.

Como cualquier otra persona que tenga cualquier otro trabajo, en el momento que salgo de hacer una sesión, una dinámica con algún equipo o en el mismo instante en el que entro a una pista de baloncesto, en lo último que pienso es en psicología y no creo que sea algo negativo, para mí implica todo lo contrario. A veces pienso que ojalá cuando fallo una canasta importante o cuando me sientan en el banquillo por algún error, pensara: ‘tío Javi no des señales de que estás enfadado porque eres psicólogo y no puedes permitírtelo’. Pero no creo que tuviera gracia, estaría más cerca de ser un robot que de ser una persona. Podré algún día mejorar esos aspectos, estoy seguro. Que nunca será por estar ejerciendo la profesión de psicólogo, de eso todavía estoy aún más seguro.

Lo que quiero decir con esto es que NADIE ES SU TRABAJO las 24 horas del día (o por lo menos no debería ser así) Por eso los dentistas no se empastan sus propias muelas, un fisioterapeuta no se trata su propio tobillo y un psicólogo no se hace terapia a sí mismo. De hecho, la mayor virtud de esta última profesión es reconocer que también nos hace falta ir a consulta de vez en cuando. Hoy más que nunca defiendo el derecho a: ‘en casa del herrero cuchillo de palo’.

 

Conocer estos límites está dentro de ese proceso de aceptación tan necesario y, como en la vida misma, si crees que puedes con todo no cogerás nada. Lo fácil es quedarse en que tengo que mejorar, el siguiente nivel es ver quién te puede ayudar, cómo puedes hacerlo, por qué vas a cambiar, para qué lo necesitas… y así podría seguir todo el día. No juzguéis cuando veáis personas que no actúan coherentes a su vida laboral, pensad más bien que son los más privilegiados por poder exprimirse siempre en su trabajo.

 

Me gustaría terminar con una pregunta que respondió Victor Amat (psicólogo al que admiro por su manera de transmitir y comunicar) en una entrevista:

-¿Tú das consejos?

– Sin cobrar, no’