Una vez pasado el primer mes del año ¿Se puede hablar de objetivos también en Febrero? Lo digo porque a lo mejor esto que escribo llega demasiado tarde.
Era una pregunta retórica, no me importa la respuesta la verdad. Hace poco me senté delante de un folio a plantearme las cosas que quería conseguir o alcanzar en el año 2020. Básicamente casi todas giran en torno a dejar de procrastinar de una vez y darle una estabilidad, temporalmente hablando, a las cosas que hago. Como casi siempre, acabé entrando en Twitter (FAV conducta escapatoria) y reflexionando acerca de si lo que estaba haciendo a día de hoy me era satisfactorio la mayor parte del tiempo. O de qué me veía haciendo a nivel profesional dentro de 5, 10 años. En fin, preguntas sin respuesta en torno a objetivos mal planteados. A lo que voy, si un propósito de 2020 es (por ponerte un ejemplo) ‘mejorar la organización’… SPOILER… WAIT FOR IT… no se va a conseguir.
Me refiero ¿Qué es mejorar en algo? ¿Cómo se mide eso? ¿Qué nivel de organización se tiene actualmente? ¿Por qué es malo y se debe mejorar? ¿Qué conductas implicarían esa mejora? No sé si me estoy explicando. Por eso, en el título del post, he puesto sinónimo entre comillas.
¿Cambio significa mejora?
Enero: llenarse la boca de propuestas. Cuantas más pueda decir seguidas, mejor. Pero claro, luego el siguiente paso… ¿qué? Es por eso que solo un pequeño porcentaje de lo que decimos ‘querer hacer’ acaba por añadirse a nuestro repertorio de conductas habituales. (ACLARACIÓN: nadie nos ha enseñado a establecer unos objetivos. Pero para eso está la Psicología, guiño guiño) (ACLARACIÓN II: somos de tropezar con la misma piedra varias veces, el cambio cuesta. Ya te lo dice mi compañera Miriam Rocha)
Realmente, el objetivo que yo tengo con estas líneas (metaobjetivo realmente) es pensar acerca del porqué el cambio de año tiene que significar el modificar ciertas pautas de comportamiento, hábitos o conductas concretas. Aquí hay que tener una cosa clara, si no hay necesidad, no va a haber cambio. Por ejemplo, uno de los problemas de esta búsqueda radica en la ausencia de motivación. Cuyo conflicto precisamente es ese, nos pensamos que ha de nacer de nuestro interior, como si fuera un ente abstracto que aparece y desaparece. No es la causa de lo que posteriormente queramos conseguir. La motivación es una consecuencia de nuestras conductas, no se tiene, se hace (aquí lo explica genialíticamente el psicólogo Ricardo De Pascual, hacedle caso tho)
Lo ideal es personal
Volviendo de las ramas. Quizás por mi deformación profesional (las temporadas de baloncesto empiezan en septiembre y terminan en mayo) considero que los objetivos y los propósitos no tienen fechas ideales y pre-establecidas. Miento, si las tienen. Las que a ti te vayan a beneficiar en pos de conseguir esos aspectos concretos. Siempre y cuando conozcas y sepas que esto no va de ponerse un día a pensar en ‘qué quiero hacer en los próximos meses’, ‘qué quiero cambiar’ o ‘en qué quiero mejorar’ (que también). Sino que hay muchos más procesos y fases implicados. Entonces cuantas más papeletas compres, mejor. No vayas a quedarte descolgado y que ‘te dure la motivación’ unas pocas semanas.
Las motivaciones son para cada uno, es decir, se pueden compartir, expresar, pedir opinión, solicitar ayuda (¡POR FAVOR!) pero al final del día, la toma de decisiones acerca de lo que nos mueve es PERSONAL, de nadie más. No tienen que ser en diciembre, ni en enero, pueden ocurrir cuando se considere que es momento de aplicar ciertos cambios. Eso no significa que vaya a ir mejor o peor, de hecho, el factor ‘obligación’ es uno de los condicionantes más negativos para esa mejora. Me permito el lujo de dar un consejo, huye de las frases de bolsillo pre-fabricadas que te dicen que puedes con todo (las del Instagram, sí), los motivos de verdad están en otros sitios.
Para acabar, me quedo con esta reflexión de mi compañera María Jesús Giménez (seguidla en twitter, es brutal. @mjcaimari):
Me flipa la gente que va haciendo cosas sin hablar de propósitos, ni retos, ni objetivos, ni cualquier otra palabreja con afán de superación. Hay gente que no necesita demostrar superación porque simplemente se supera. Aunque no siempre haya que hacerlo