Somos expertos en intuición, en elucubrar gustosamente con la información que desconocemos. Lo cual, en primeras instancias, no tiene porqué ser »malo». De hecho, podemos ver como nos es útil en muchos contextos donde ya hemos tratado previamente con esos datos, ahorrándonos volver una y otra vez sobre los mismos pasos.

Pero, como ocurre con muchas otras cosas, en el comportamiento no es oro todo lo que reluce y esto puede suponer un problema si pretendemos explicar o razonar pivotando sobre elementos que no conocemos, pero que son necesarios para establecer hipótesis válidas.

 

La magia para los magos

Me da la sensación de que LA INTUICIÓN va unida a muchos de estos condicionantes, asociándola usualmente a algo místico, mágico o justificado bajo el talento innato (nos encanta el talento como argumento). Pero nada más lejos de la realidad: La intuición se puede enseñar, por lo tanto, es ENTRENABLE.

Este argumento poético que ha adquirido el concepto suele ir de la mano de situaciones donde carecemos de ciertos datos, pero que aún así vamos a quedar de puta madre reflexionando sobre un principio vacío que nadie pueda rebatir.

Véase la siguiente situación: un jugador se dispone a defender un pick&roll (bloqueo directo), apareciendo la situación ideal que proporciona al jugador una ventana de espacio perfecta para anticipar la jugada, robar el balón y anotar en la canasta contraria.

 

Ante este contexto, tenemos varias opciones:

1.- Una de ellas podría ser hablar de que su desarrollo cerebral, asociado a este apartado en la toma de decisiones, es avanzado o superior a la media.

2.- Otro podría ser que simplemente tiene una espectacular habilidad innata para este tipo de situaciones concretas.

3.- Por último, podríamos ahondar en qué historia de aprendizaje ha tenido ese jugador, valorando un posible contexto donde haya podido desarrollar una mayor facilidad para desenvolverse con éxito en estas situaciones concretas.

¿Explicaciones válidas? »Todas». ¿Explicaciones útiles? Eliminaría obviamente el argumento del talento y me centraría en ahondar en el primer y tercer aspecto. Permitidme que ahonde en este último, ya que es el que me compete y el que vengo a acercar.

paloma IQ

IQ

Hoja de intuición

Al fin y al cabo, lo que buscamos tanto entrenadores, como jugadores o psicólogos es controlar el mayor número de variables que tengan un posible impacto sobre el rendimiento. Intentando con ello entender y profundizar en los mecanismos que nos ayuden a generar esa performance (MODIFICAR) así como a explicarla y predecirla previamente. Trabajar sin estas pautas es hacerlo con los ojos vendados. Esto lleva a una toma de decisiones más pobre, descendiendo por tanto el rendimiento.

 

¿Cuál sería un argumento aplicable desde este análisis del comportamiento?

Volviendo al ejemplo previo, la intuición no dejaría de ser un comportamiento privado (pensamiento) que se ha generado en base a una satisfactoria y continuada exposición previa entre estímulo – respuesta, para el jugador en este caso. Esta respuesta, que en el caso podría ser el robo de balón o una buena defensa, se podrá ver natural o externamente reforzada. Ante esto puede ocurrir que, con el tiempo, se genere un comportamiento asociado a ese pensamiento intuitivo desde un plano ‘inconsciente o automático’ y aparentemente inexplicable.

Hemos de tener en cuenta la posibilidad de que este jugador haya tenido experiencias previas con esa situación concreta, asociando la anticipación en la defensa del bloqueo directo de ‘x’ manera con la alta probabilidad de ejecutar una buena defensa, incluso posibilitando ese robo de balón.

 

Inexplicable == No verbalizable == No abordable

Ahora bien, me voy a bajar un momento del carro de la psicología conductual para considerar ciertos aspectos. Uno de ellos es la imposibilidad de procesar conscientemente ciertas acciones debido a su rapidez en la presentación y, en consecuencia, la demanda en la toma de decisiones que van a suponer (recordemos que no tomar una decisión también es decidir)

 

Dos párrafos para esta idea:

‘Si bien parte de las conductas de juego se aprenden inicialmente mediante el mecanismo de procesamiento consciente, hasta que se automatizan volviéndose inconscientes, hay un conjunto importante de decisiones tan rápidas que en ningún momento pudieron tomarse de esta forma. Todas estas decisiones, consideradas intuitivas, se basan en el mecanismo de procesamiento que Kahneman (2011) denominó automático’ (Cárdenas, D., Perales, J.C., & Alarcón., F. 2014)

‘El problema que tiene el jugador es el poco tiempo disponible para, no solo usar su capacidad consciente y reflexiva, sino para incluso esperar a que ocurran los eventos y actuar a partir de las nuevas circunstancias’ (Cárdenas, D. & Alarcón. F.)

Meowth planes

Pdecobray

Ambiente facilitador

A partir de ahí conocemos que ese traslado del Sistema 2 (deliberado) al 1 (automático) de los que hablaba Kahneman o, en un lenguaje al uso, de la consciencia a la inconsciencia, también se puede entrenar. Cuando, por ejemplo, generamos un hábito lo que buscamos es »filtrar» un comportamiento desde una primera toma de decisión intencionada a otra más automática.

Un ejemplo de explicación basada en la intuición que puede tener fundamento en su entrenamiento previo es el que vimos con Dennis Rodman en The Last Dance. Podríamos justificar que su habilidad para los rebotes es innata o puramente intuitiva. Pero ese entrenamiento »invisible» que realizaba (estudio de vídeos, entrenamientos exclusivos de la dirección de la pelota tras el lanzamiento, etc) provocaba que esa toma de decisiones con una ventana temporal (poco tiempo entre un lanzamiento y la decisión de dónde ir) fuera »automática».

Por eso, entre estas y otras cosas, en el deporte se le da tanta importancia a la adquisición de automatismos en el juego. Pudiendo así facilitar la implementación de aspectos tácticos, técnicos, comunicativos… ¿Cómo podemos facilitar esto? Adaptando el ambiente y dándole su merecido protagonismo a una observación de calidad.

Matizo siempre y volviendo al párrafo de Cárdenas y Alarcón, que el deporte es altamente interpretativo en la mayoría de sus aspectos y que algunas situaciones, por la rapidez de su ocurrencia, son harto complicadas de trasladar a un ambiente que sea 100% entrenable. De todas maneras, un rendimiento/aprendizaje cada vez más sólido nace de un conocimiento consciente de las variables a alterar para generar respuestas adaptativas.  Nunca olvidéis la importancia del contexto, por favor.

 

Comportamientos

Concluyendo, la intuición no dejaría de ser una conducta que, pese a su carácter privado (pensamiento o diálogo interno) podemos explicar y entrenar. Recordad que este contexto de entrenamiento del que hablábamos es altamente modificable y así, tanto jugadores como entrenadores pueden producir respuestas que tras un correspondiente plazo calificaremos de intuitivas.

Hay veces que las explicaciones, no por ser menos mágicas o bonitas, son menos útiles. Al contrario, si un argumento cae en el razonamiento circular (¿por qué es tan bueno robando balones? Porque tiene muy buena intuición. ¿y por qué tiene muy buena intuición? Porque es muy bueno robando balones) aléjate. Abordemos su práctica por otras vías. No es añadir dificultad, es aportar validez y, sobretodo, eficacia en el rendimiento y el aprendizaje.

 

»Cuando decimos que comemos por instinto, cuando decimos que el instinto nos avisa de que un alimento es nocivo, hablamos por hablar. Porque esto vale tanto como decir por qué escogemos los alimentos o por qué sabemos que uno u otro son nocivos» (Ramón Turró)