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Mati Cuenca. Persona antes que presidenta - Episodio 33
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Mati Cuenca. Persona antes que presidenta – Episodio 33

Mati no es una presidenta al uso. Su vínculo emocional es consecuencia de ser persona. Cuando vas a eventos de networking fuerzas la interacción. Luego te quedas con cara de tonto preguntándote a qué vino esa pérdida de tiempo. Si no hay objetivo, salen las cosas. Porque las estás viendo pasar. Mati nos soporta como jugadores, aunque seamos un coñazo. Es su valor añadido. Su manera de trabajar. Acepta esa chincheta en la silla ¿En qué equipo se te ocurriría llamar al presidente si se te estropea la lavadora? Estás nombrando al silencio intentando ser genuino. Lo buscas y ya lo has perdido. O lo eres, o no. Simple. Ella lo es.

No nos han enseñado a pedir ayuda, pero hay personas que apartan el humo y te quitan la venda de los ojos. La decisión sigue siendo de uno, aunque quien te facilita el camino será siempre culpable. Ansiedad que ciega, y te engaña. Incapaz de ver la salida aún estando delante. Escapas. Hasta me hizo olvidar cómo ponerme los calcetines. Mati lee las señales de ayuda, sin preguntas aparentes. Porque hay veces que no son necesarias las palabras. Adaptó ‘La Caída’ de Camus sin saberlo: »Ya sabe lo que es el encanto: una forma de oír una respuesta afirmativa sin haber dirigido ninguna pregunta precisa.»

¿Qué es liderar? Estar expuesta. Ella vio el vértigo en 2020, como otros muchos. Por la puta pandemia. ‘Estás sola’. Te das cuenta, tiras palante y pagas el precio. Simplemente estando ahí. Además llevas la historia a tus espaldas. Ser la única presidenta dentro del escenario baloncestístico no es una piedra pequeña. No le pasará como a Sísifo, carrileará tantas historias como quiera. Hasta que decida dejarlo.

Un aficionado apoyaba la idea de nombrar al pabellón con su nombre. Me parecería lo más racional que el deporte hubiera hecho en mucho tiempo.

Nietzsche decía que »de todo lo que se escribe, solo me interesa lo que un hombre escribe con su sangre» Pues Mati escribe su camino en CB Almansa con su propia sangre. No hubo nadie antes que ella. Se quita su propia niebla. Yo también lo hice y, en gran parte, le debo que pudiera volver a ponerme los calcetines. Ojalá hubiera más principio de autoridad en aquel que no llega. No es romantizar el fracaso, simplemente darle altavoz. Puedes hacer todo lo posible y comerte los mocos. Al menos dormirás tranquilo.

 

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