Posiblemente una de las capacidades que más valor ha generado a su alrededor, no siempre por su presencia, ha sido la de saber cuándo detenernos a observar. Acompañado de un fabuloso silencio, es complicado captar ciertos detalles si el ruido privado y externo es constante.
La famosa y dichosa multitarea, sumada al notorio descenso en la calidad de habilidades como la concentración (covid related), han provocado que cada vez nos sea más complicado no intentar llegar a mil cosas a la vez y que, si conseguimos centrarnos en alguna, la inmersión sea prácticamente nula.
Ceguera atencional
La cantidad de estímulos a los que atender, a veces rodeados de una alta carga de interpretación y muy sujeta a lo subjetivo, añaden varios niveles de dificultad a la ya de por si complicada tarea de producir un aprendizaje orientado al rendimiento deportivo. ¿qué puede provocar esto? Entre otros muchos detalles, hay un famoso fenómeno denominado ceguera atencional que representa muy bien lo que a veces tiene lugar en una pista. Este efecto ocurre cuando una persona focaliza toda su atención en algunas claves, evitando atender a otras que pueden ser relevantes. Puede aparecer en situaciones en las cuales se quiere intervenir o generar un aprendizaje de manera intencional, es decir, haciendo coincidir el objetivo del ejercicio con el objetivo de rendimiento per se.
Este tipo de estrategias intencionales, pese al apoyo de evidencia en el desarrollo de situaciones complejas (Badminton. Votsis, Tzetzis, Hatzitaki y Grouios, 2009) así como en la rapidez para incorporar claves decisionales que mejoren la toma de decisiones (selección de tiro) en baloncesto (Suárez-Cadenas, Cárdenas, Sánchez-Delgado y Perales, 2015) pueden favorecer la aparición de esta ceguera atencional de manera que, por ejemplo, en un BD, cuando el jugador con balón se centra sólo en intentar lanzar o pasar directamente a la continuación del bloqueador, puede estar pasando por alto (“cegado”) que quizás otro compañero podría ser un apoyo ideal para recibir el balón ya que mejora el ángulo de pase a la continuación del bloqueador (Suárez-Cadenas, Courel-Ibáñez y Cárdenas, 2017)
Aquí entran en juego otros muchos componentes cognitivo conductuales, claves a la hora de plantear ciertas estrategias en los entrenamientos. La idea que quiero alcanzar con este ejemplo no sería otra que, llegado a un punto mínimo de dominio de la tarea, no es tanto el qué (identificado previamente de manera correcta) sino el cómo. Habrá muchas maneras de ‘estar concentrado’ o ‘pendiente’ en una `pista, pero solo unas pocas serán las adecuadas según la situación de partido (contexto) que haga entrada en ese momento. Todo esto se puede facilitar con un sólido trabajo de observación previo, algo así como…
OBSERVACIÓN para saber OBSERVAR
Por tanto, si tú construyes (entrenamiento) una casa (equipo) empezando por el tejado, te dejas un cimiento (observación) que posteriormente va a complicar mucho más todo este entramado. De toda la vida nos dijeron que introducción, nudo y desenlace ¿no? pues con el deporte, más de lo mismo. Aprender a observar nos va a ayudar a responder a 3 preguntas que, pese a que a priori pueden parecer básicas, son imprescindibles en el desarrollo de cualquier colectivo.
- ¿Qué observo?
- ¿Por qué observo?
- ¿Cuándo observo?
Identificar este tipo de pautas en nuestra manera de rendir puede ayudarnos a saber que, cuando estoy ejerciendo el castigo positivo (bronca) sobre un jugador por una mala decisión, estoy perdiendo la oportunidad de aplicar un reforzador positivo (elogiar, por ejemplo) a otro que sí había hecho su trabajo, en este caso corriendo el contraataque por el carril central, por ejemplo.
Amigos del AUTOMATISMO
Siempre hablamos de que nuestras capacidades cognitivas tienen una duración límite en cuanto a picos de rendimiento, reflejados en la cantidad de tiempo que podemos estar concentrados adecuadamente o la calidad de la concentración. De igual manera nos pasa con el tiempo a la hora de entrenar. Si lo miramos con perspectiva y haciendo una media muy a groso modo, 10 horas semanales (contando entrenamientos y partidos) es un tiempo muy limitado para que andemos gastando esfuerzos en tareas que no van a tener un impacto positivo significativo.
Poder funcionar y trabajar mediante automatismos es una de las herramientas que más nos suaviza el trabajo. Parece que es algo exclusivo del trabajo colectivo de un equipo a nivel táctico, pero nada más lejos de la realidad. Podemos encontrarlos en:
- Comunicación
- Plano físico
- Técnica
- Aspectos psicológicos privados (pensamientos)
En Psicología siempre tenemos estas pautas por bandera, las cuales consideramos inamovibles para producir aprendizaje y, por lo tanto, rendimiento. Esto es aplicable no solo a aspectos psicológicos de entrenadores y jugadores, sino a aquellos puramente intrínsecos a la disciplina deportiva en cuestión.
- Describir
- Explicar
- Predecir
- Modificar
Menos es MÁS
¿Y cuál es la condición necesaria para todo esto? Efectivamente, una buena observación. ¿Qué es lo bueno de esto proceso? Que se retroalimenta solo. Es decir, una vez veamos que modificamos conductas de manera productiva y eficaz, va a provocar que nuestra capacidad de identificar comportamientos (OBSERVACIÓN) que queremos mejorar, extinguir o mantener, mejore, siendo mucho más hábiles a la hora de recorrer este bonito proceso.
Siempre digo que trabajar con personas conlleva ciertas responsabilidades, una de ellas es ser conscientes de que el aprendizaje de los procesos psicológicos está presente y es imprescindible en el desarrollo de cualquier práctica deportiva. Como todo, no es condición suficiente ni jamás lo será. Pero es tan necesario como otros aspectos, para no trabajar con los ojos vendados, observando el vacío y dejando al rendimiento en manos de la inercia. Muchas veces, menos es más.
Por eso, y siempre:
La Psicología no lo es todo, pero sí está en todos lados.