No es ninguna barbaridad decir que el deporte se encuentra en una época dónde las preguntas sin respuesta no paran de aumentar. Todo esto en el grueso de las competiciones claro, donde la mayoría estamos porque nos cuesta entender la vida sin tocar una pelota. Parece que tendremos que seguir aceptando que ese balón puede no venir. En cualquier caso, el miura de la incertidumbre sigue acechando.

Es sin duda llamativo como en una época de constante contacto virtual hay situaciones que para nada reflejan lo que luego se traslada, no solamente a la vida real, sino a las prioridades a nivel social. En este caso no os engaño si os digo que el interés percibido por el colectivo deportivo en torno a la Psicología difiere mucho y demasiado con la materialización real de esa curiosidad.

Kyle Singler, el ejemplo de que no sabemos nada. Porque quién va a pensar que un jugador de su experiencia, contrastado y asentado tanto en NBA como en Liga Endesa, deje, no solo el equipo en el que jugaba esta temporada (Iberostar Tenerife), sino el baloncesto a nivel profesional.

Todo el mundo ha hablado de la final de la Copa del Rey de Baloncesto, pero si lo han hecho en El Chiringuito que, entre todos no habrán visto más de 5 partidos en su vida, ¿por qué no voy a opinar yo también?
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